Redactar no es sencillo, pero tampoco es imposible lograrlo de manera satisfactoria. Se requiere de oficio y métodos. Se aprende con el ejercicio permanente de componer. Participan nuestros conocimientos culturales, el dominio de la lengua y las técnicas de redacción. 

Jesús Raymundo
@DoctorTilde

¿Para redactar es suficiente conocer conceptos, reglas de ortografía y normas gramaticales? Si no los pones en práctica, el texto solo existirá en tu deseo. Por eso, la gran decisión es superar el temor al papel o la pantalla en blanco y lanzarse a la piscina, incluso cuando no tenga mucha agua.

A través de la redacción compartimos inquietudes e informaciones, así como nuestro pensamiento y visión del mundo. Como dijo Cervantes, la realidad narrada marca el camino e ilumina la experiencia vivida. Descubre el placer de redactar con creatividad.

1. Planifica antes de empezar a redactar. El plan es tu brújula. Es importante que conozcas el tema que tratarás, los conocimientos que transmitirás, el mensaje que comunicarás, tu finalidad e intención,  así como establecer el orden y la jerarquía, proponer el tono y el estilo, e identificar a tu receptor.
   
   

2. Asegúrate de tener ideas claras. Antes de redactar debes estar seguro de lo que deseas transmitir. Solo la claridad de las ideas facilitarán textos que todos puedan entenderlos sin dificultad. No olvides que para redactar se requiere de una actitud reflexiva y rigurosa.
   
   

3. Identifica las cualidades e intereses de tu lector. Cada vez que preparas un texto debes saber a quién dirigirás tu mensaje. Define el estilo y tono de la redacción, la cantidad y calidad de información y la extensión del texto. Así, te comunicarás con claridad.
   
   

4. Prepárate para los textos extensos y los pequeños. Todos los textos se trabajan siguiendo el mismo proceso. Para redactar se necesita planificar y seleccionar los elementos con los que se comunicará un mensaje. Si el mensaje debe transmitirse en menor espacio, la capacidad de síntesis jugará un papel adicional.
   
   

5. Conoce la intención de tu texto. No todos los textos tienen el mismo fin ni intención. Por tanto, para cada caso se usa un método específico y se elige el formato adecuado. No olvides que el principal propósito es informar y que es importante definir por dónde empezar y cómo hacerlo.
   
   

6. Valora el poder que tienen las palabras para comunicar. Una forma de entender el mundo es a través de la palabra. Mucho dependerá de cómo la usemos y de cómo la tratemos durante la construcción del texto. Tenemos muchas posibilidades para combinarlas y crear matices.
   
   

7. Revisa los textos que otros han elaborado. Comprender un texto (decodificar) exige identificar, entre otros aspectos, el tema, las ideas principales y secundarias, el propósito del autor, la organización interna y los enfoques. Degustar el producto final nos ayuda a entender las principales características de un mensaje.
   

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