Los textos periodísticos bien redactados no solo garantizan la claridad de los mensajes, sino que también sirven de modelo para el buen uso de la palabra.
Jesús Raymundo
@DoctorTilde
En el libro El estilo del periodista (Taurus, 2014), Álex Grijelmo cuenta que no todos los autores de los errores publicados en los diarios y nuevos medios, que recogió en su obra clásica, reaccionaron de la misma forma. Mientras algunos le reprocharon incluir sus nombres en los casos; otros no mostraron el mínimo interés por corregir y persistieron en sus fallos. En cambio, la mayoría los aceptó con gran deportividad.
Errores, rutina y periodismo
Aunque en ocasiones los errores surgen del apremio y las circunstancias de la rutina, porque siempre trabajamos a gran velocidad, estos nunca serán una justificación. Los periodistas sabemos que es nuestro deber escribir bien y con rapidez, siempre con los reflejos claros. Somos el primer responsable de los textos que redactamos, no solo de los datos y las versiones que debemos contrastar, sino también de la forma como los presentamos.
Después de leer, editar o corregir textos periodísticos durante más de dos décadas, concluyo que en los medios son pocos los diferentes desatinos que se publican, pero que estos se repiten todos los días en los medios tradicionales y a cualquier hora en los nuevos medios. No somos críticos con los textos que publicamos o ya nos hemos acostumbrado a ver los errores. O pensamos que revisarlos es responsabilidad del editor o del corrector.
Los periodistas no solo tenemos la obligación de escribir bien y en tiempo óptimo, sino también la responsabilidad de informar con rigurosidad y ética.
Lo cierto es que descuidamos cada vez más nuestra gran herramienta: la palabra. Si no leemos con pasión ni dedicación, será difícil que reflexionemos sobre lo que nos define como periodistas y, por lo tanto, seguiremos la rutina del mínimo esfuerzo y de la repetición de moldes que no innovan los textos y nos mantienen en nuestra zona de confort. Entonces, será difícil acabar con la mediocridad que nos amenaza.
Con el aporte de las nuevas tecnologías, hoy se aceleran los procesos que antes convocaban a más profesionales. En este camino tan corto entre el redactor y el lector, que en internet es llamado usuario, los errores no los resuelven los correctores ortográficos ni gramaticales, sino los que investigamos en diversas fuentes para despejar cada duda de redacción y estilo. Nuestra actitud es la que cuenta.
¿Por qué escribir bien?
Siempre me preguntan si en años anteriores los textos se publicaban con menos errores que en la actualidad o si internet revela una situación que pocas personas evidenciaban. Todos hemos cometido errores de redacción durante nuestro ejercicio profesional. Nadie es infalible. La única diferencia es que ahora se ven más estos casos debido a las redes sociales, a las que, curiosamente, se las acusa de acabar con la buena ortografía.
Darío Villanueva, director de la Real Academia Española (RAE), asegura que los medios de comunicación y la educación influyen más que la RAE en el uso de la lengua. “La deontología de un comunicador debe contener la responsabilidad en relación con el idioma, porque un medio de comunicación funciona como modelo de lengua, tiene una influencia decisiva”.
Los periodistas debemos comprometernos a escribir bien. La inmediatez nunca debe convertirse en una excusa para cometer errores y faltas.
Lo aceptemos o no, los periodistas somos vistos por la sociedad como los modelos de la buena escritura. Por eso, no solo debemos redactar con claridad, sino también con corrección. Además, nuestro compromiso es informar con veracidad, precisión y rigurosidad. Recordemos que el buen uso de la palabra nos permite acercarnos mejor a los hechos, es decir, a la noticia. Así, más personas conocerán una realidad apasionante.
Interesante Nota
Gracias por tu comentario, estimado Gianfranco. Puedes seguirnos en nuestras redes sociales: Facebook (@artificecomunicadores) y Twitter (@artificeprensa). Saludos.
Muy interesante. Los periodistas debemos escribir bien para que las personas que nos lean entiendan el texto.
Efectivamente, Mario, siempre debemos cuidar nuestra redacción. Saludos cordiales.